miércoles, 18 de mayo de 2011

Una noche diferente

        La noche se fabricó para ese día. Parecía un escenario de teatro construido a propósito para la puesta en escena de un drama. Una de esas obras de teatro que no dejan indiferente al espectador. Pero la realidad, en este caso, sí superaba a la ficción.  Las grandes palmeras flanqueaban la superficie gris que todavía irradiaba el calor absorbido de todo el día. Las estrellas se agolpaban en el cielo como espectadores de lujo, cotilleando todo lo que ocurría bajo ellas. La luna no se quería perder la representación de la vida real, y colgaba con su total redondez en una de las esquinas del horizonte. El silencio atronador, se acoplaba a la perfección a la disciplina militar. Todos los actores ya habían ocupado sus posiciones y esperaban con gran  paciencia y respeto la llegada del féretro. De fondo se oía el retumbar lejano de la marcha fúnebre. Golpes acompasados y retumbantes en el paisaje. Golpes de muerte en la membrana de un instrumento que ocultaba su habitual algarabía dando paso a la más desgarradora tristeza. El sonido, cada vez más audible, avisaba de su llegada. Las gaitas con su mística melodía procedente de ese singular instrumento, que hermana a Galicia con Escocia.  Este sería su último desfile, el último orden cerrado, el final de su vida que coincidió con el fin de su carrera, del cual todos seríamos testigos de excepción.  Con nuestro respeto y quietud, le despedíamos. Apareció  a  nuestra izquierda, custodiado por sus más directos amigos que querían acompañarle en el último servicio de su vida. Las palmeras dejaron de moverse para recibir su cuerpo inerte. Los tambores atronaban a nuestro lado, él ya estaba allí.
         Mi garganta exhibía su corbata particular, pero a ciegas, sólo con el nudo. Nudo que dolía dentro de la piel. Pero este día no era para llorar, era para estar orgulloso, orgulloso una vez más como tantas otras. 
Descanse en paz.........

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